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El proyecto
Un ejemplo a seguir

Me hace especial ilusión participar en este proyecto de Emotional Driving. Porque, además de mi amistad con la familia Riberas, cualquier acción que se realice en este sentido me parece fantástica. Y necesaria.

Desde siempre, la seguridad vial ha sido un tema sobre el que he tenido una especial sensibilidad. Por eso llevo años colaborando en la campaña Ponle Freno o con la Fundación RACC, realizando estudios y campañas para concienciar a la sociedad –y especialmente a los jóvenes- acerca de la importancia de una conducción segura, más prudente, más consciente. Porque cuando entras en detalle en las estadísticas y ves las cifras de accidentes, el número de fallecidos y también de víctimas graves, te das cuenta de que la siniestralidad en España sigue siendo un problema serio. Es cierto que se ha avanzado mucho en los últimos años, desde que hay cifras de la DGT la mejora ha sido constante, pero no es suficiente. Todo lo que se haga en este terreno es poco.

Por eso me hace especial ilusión participar en este proyecto de Emotional Driving. Porque, además de mi amistad con la familia Riberas, cualquier acción que se realice en este sentido me parece fantástica. Y necesaria. El Grupo Gestamp, que tan vinculado está al mundo del automóvil, con esta iniciativa demuestra inquietud ante un problema real y en un sector en el que la compañía es protagonista, por lo que tiene mucho que aportar. Desde luego, para mí es un verdadero acierto. Por tanto, vaya por delante mi enhorabuena y agradecimiento por dedicarle un importante esfuerzo al bienestar y a la seguridad vial, que en el fondo es un bien para todos.

Cualquier acción en favor de la seguridad vial, de la prevención, de la concienciación, es bienvenida. Porque esto es una lucha constante. Las cifras van a ir mejorando, por supuesto, pero siguen siendo demasiado altas. Y yo me siento especialmente sensibilizado con la juventud, una edad en la que las cifras de siniestralidad se disparan, sobre todo los fines de semana.

Como decía, los avances en seguridad vial han sido notables estos últimos años; tanto la seguridad en los coches y en las vías, como la concienciación de conductores y sociedad han mejorado tremendamente. Las marcas de automóviles han invertido muchos recursos en innovación, desde aquellos lejanos frenos de disco a los actuales ABS y ESP que ya prácticamente incorporan todos los coches de serie, o la dirección asistida, los cinturones en los asientos traseros, los propios neumáticos, los airbags…

Por otra parte, no debemos olvidar que las carreteras son también un punto clave en la seguridad. Yo, quizá por deformación profesional, me voy fijando mucho en el tipo de asfalto. Hay una diferencia enorme entre unos y otros. Y no me refiero sólo a situaciones de lluvia, en las que puedes ir tranquilamente por una carretera que prácticamente no levanta spray y de repente, sin previo aviso, pasas a otro asfalto en el que se te empieza a llenar todo de spray y pierdes visibilidad. También en seco, por el tipo de agarre, por la agresividad del asfalto, etc. Es un factor fundamental para la seguridad. Y lo mismo la señalización, el trazado de la carretera, la visibilidad, esos puntos negros donde recurrentemente suceden accidentes. Ahí, por ejemplo, hemos trabajado con intensidad a través de la plataforma “Ponle freno”.

Pero tan importantes como estos avances en seguridad son los avances en concienciación, en la sensibilización de la sociedad, y especialmente de los más pequeños. Son los propios niños quienes ahora dicen a sus padres “Papá, en esta calle hay que ir a 40”, o “Ponte el cinturón”, o “Ahora no podemos cruzar, papá. ¿No ves que está en rojo?”. Esa labor de concienciación de los más pequeños, que se ha desarrollado en los últimos años, está recogiendo ahora sus frutos. La asignatura de Seguridad Vial impulsada por la DGT, que era una asignatura pendiente en España, ha sido la mejor inversión en seguridad y prevención. Es indudable que ahí se ha dado un gran paso adelante. Nunca es suficiente, pero la educación en los colegios es un buen principio, un importante comienzo, de eso no cabe duda. Y fuera de los colegios, no nos olvidemos de los adultos.

Cuando me piden un consejo sobre seguridad vial o cómo ser un buen conductor, siempre respondo lo mismo: aplica el sentido común. Porque, al final, cuando vas conduciendo y de repente te encuentras con unas condiciones difíciles —lluvia, nieve, falta de visibilidad, intensidad del tráfico…— a partir de ese momento las señalizaciones sobran. Tú eres quien tiene que juzgar la velocidad a la que debes ir, la distancia de seguridad, el grado de concentración, o incluso si tienes que detenerte en una gasolinera y esperar a que remita el temporal o la niebla.

Por supuesto que hay unas normas; pero a lo mejor la limitación es 120 Km/h y sin embargo tú no debes ir a más de 60. Es tu propio criterio el que decide, y al que tienes que hacer caso. Y no sólo debido a las condiciones meteorológicas. A veces es conveniente no adelantar en una carretera de doble dirección, aunque esté permitido en ese tramo, simplemente porque la visibilidad no es buena, o porque la distancia no es suficiente para adelantar con seguridad; o porque hay dudas. En esas ocasiones, lo mejor siempre es aplicar el sentido común. Este es el mejor consejo que puedo ofrecer.

Porque lo que nos estamos jugando es mucho. Nada menos que la propia vida. Y a veces la vida de seres queridos o de cualquier otra persona, conductor o peatón. Es algo que nunca debemos olvidar, ni debemos obviar. Y no importa la experiencia que tengamos… o creamos tener. El riesgo siempre está ahí. Y la preocupación también.

Mi caso es quizá un poco diferente; yo he competido durante muchos años y hoy lo sigo haciendo, además en una carrera como el Dakar que conlleva ciertos riesgos. Como padre he sufrido inquietud por mis hijos, por todos ellos, tanto en los circuitos (en el caso de Carlos) como en viaje normal por carretera. Son preocupaciones diferentes, en ambos casos están ahí. Eso, sabiendo que correr en F1 tiene su riesgo. Por ejemplo, el accidente que tuvo Carlos en los entrenamientos del Gran Premio de Rusia; fue un golpe fortísimo, pero no tuvo consecuencias graves. Y eso fue gracias a la innovación, a la inquietud de los fabricantes y organizadores por la seguridad, al célebre HANS (que en inglés significa “apoyo para la cabeza y el cuello” y reduce considerablemente las lesiones), a los controles de choque que hace la FIA antes de homologar un coche, al cinturón de seguridad de seis puntos, al casco de fibra de carbono… y a las barreras de protección, que absorbieron en gran medida el brutal impacto. Gracias a esas innovaciones Carlos salvó la vida; si ese accidente hubiera sucedido con un monoplaza y en un circuito de hace 20 años habría supuesto una tragedia.

Es un claro ejemplo de la evolución en seguridad y sus efectos, tanto a nivel coche como circuito y piloto.

Pero más allá de la competición, lo importante es nuestro comportamiento en el día a día, ya sea en carretera o en ciudad. Lo importante es cómo tomamos conciencia de la responsabilidad que supone coger un coche. Lo importante es cómo aprendemos a conducir de una manera prudente. Lo importante es cómo reducimos las cifras de siniestralidad, el número de accidentes, el número de víctimas. Y ahí, la clave está en la educación vial. Educar en seguridad, y también en respeto.

En el Carlos Sainz Center ofrecemos cursos de iniciación al karting para niños. Porque entendemos que cada vez es más importante, necesario y eficaz educar desde pequeños: 7-8 años, y ahora también desde 4 años, en un mini circuito hinchable; me hacía ilusión que empezaran desde una edad más temprana a jugar, porque también empiezan a aprender. Y sobre todo a respetar. Sinceramente, creo que con respeto y, sobre todo, teniendo consciencia de que una serie de circunstancias te pueden llevar a un accidente es la mejor manera de prevenirlo.

La mezcla de juventud, noche, alcohol y drogas sigue siendo tremenda. Pero creo que hoy la juventud está más concienciada que hace unos años: el tema de los turnos en la pandilla para conducir por la noche, el uso alternativo del taxi, o los controles de alcoholemia y el carent de puntos… son avances importantes. Y, aunque las cifras accidentes sufridos por jóvenes siguen siendo escalofriantes, cada vez son más conscientes de que estas son decisiones que te pueden salvar la vida.

En este sentido, las campañas de televisión son fundamentales, tanto las de concienciación como las de consejos. El problema es que deberían ser campañas recurrentes y continuadas, no puntuales. Porque hay conductores nuevos, porque la repetición de un mensaje acaba calando, porque siempre hay consejos que no conocías o que te vienen a la cabeza en un momento determinado… Y no sólo en los medios de comunicación o en los colegios, claro. Iniciativas como la de Emotional Driving, enfocada principalmente a sus empleados, me parece absolutamente necesaria, y absolutamente ejemplar. Un ejemplo a seguir por todos.

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